Y allí esataba, como siempre, suplicando por un recuerdo exasperante, incitando a su mente con un pequeño engaño.
Los días eran eternos, pero él aún no comprendía aquel deseo de hablar frente al espejo como una pequeña alma desvariando, irritado con la idea de sobreponerse a ese mal al que se había sometido en el momento en que decidió no volver a tocarla… hacía un calor insoportable (que deseos de desnudarme - no dudó en hacerlo), y allí estaba de nuevo esa imagen lánguida –la que tanto añoraba en esos días de exilio- sintió su brazo (el de ella) rodeando su cintura; qué difícil era aún comprender el porqué de esa decisión tan precipitada de no tocarla, le ardían las entrañas al sentir sus caricias en su espalda, sudaba a cántaros sin darse cuenta en que momento ella se desnudó y lo tomó entre sus brazos…
No veía el momento en que él se lanzara como una bestia feróz sobre mi vientre –me resisto a la idea de tocarla, lo juré frente al espejo-, lo acaricio y veo como comienza a sudar, depronto me doy cuenta que se encuentra perdido frente al espejo –intento no pensarla, no sentirla, no tocarla, el deseo me recorre las entrañas… no puedo evitar por mucho tiempo el tocarla- creo que esta noche será más difícil que cualquier noche –pero cuán difícil es evitar tocarla y sentirla, besar su sílfide figura y su hermoso vientre- siento deseos de desnudarme, que calor tan infernal está haciendo…
Hasta que por fin se deja dominar por sus deseos y se entrega vivamente, su imagen en el espejo ha desaparecido, al igual que su cuerpo que se desvanece en medio de la nada… de ella.